El Aniversario
Faltan ocho días para mi Aniversario. Todo lo tengo tan fresco en mi memoria que parece que fue ayer cuando vestí aquel traje sastre café que compré en una tienda de niños sobre Eje Central (era muy delgada).
Hace ocho años no tenía ni la más remota idea de dónde estaba la Avenida Coyoacán en la Colonia Del Valle. No era la primera vez que iba a El Economista, pero aquella primera vez me llevaron mis compañeros de la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García” para realizar una encuesta telefónica.
Esta segunda vez era diferente, estaban a punto de abrirme las puertas de ese edificio color salmón para empezar a hacer mis primeros “pininos”, como lo describiría mi primera jefa, Andrea Ornelas, cuando me respondió el correo electrónico que le envíe a Paty Mercado, jefa editorial de El Economista.
Era el 16 de septiembre de 2002 un día festivo, por cierto lluvioso, cuando llegue a la oficina de Andrea y sin más me dijo que el puesto de practicante era mío. En ese momento conocí a Vanessa Beltrán, Tere Izquierdo y Verónica Reynold, quien por cierto era su primer día en el periódico cubriendo banca.
Días después supe que Felipe Morales, un reportero excepcional de Hacienda y Congreso, había comenzado ese mismo día su aventura en el periodismo como becario.
Y cada 16 de septiembre, Vero, Felipe y yo festejábamos nuestro Aniversario.
Los primeros meses fueron muy difíciles, pues aunque no me pagaban yo necesitaba que creyeran en mi trabajo y Andrea creyó en mí.
Cuando en abril de 2003 Andrea se marcha del periódico yo pensé que todo había terminado, pero años después supe que ahí fue donde todo comenzó.
Mi segundo jefe también creyó en mí. José Manuel Herrera era exigente y con él logre tener una fuente que cubrir, la Bolsa Mexicana de Valores y seis indicadores del INEGI.
El equipo de trabajo era lo que más me gustaba cuando iba a El Economista. Jessika Becerra, Verónica Reynold, Andrey Valencia, Felipe Morales, Gloria Aragón, Jorge Juárez, Fernando Franco.
Desde hace dos años seis meses ya no estoy en El Economista. Ahora los horizontes son otros. El jefe de información económica de El Financiero, Víctor Piz, cambió mi rumbo.
Mi jefe Genaro Mejía se despide de El Financiero la próxima semana, creyó en mi capacidad y me dio mucha libertad.
Hoy, hay gente que cree en mí todavía. No sé cuanta, pero cada vez que veo hacia atrás doy gracias porque alguien lo hizo.
Ahora sé donde está la Colonia Del Valle y la Colonia Anáhuac. A seguir aprendiendo.
Hace ocho años no tenía ni la más remota idea de dónde estaba la Avenida Coyoacán en la Colonia Del Valle. No era la primera vez que iba a El Economista, pero aquella primera vez me llevaron mis compañeros de la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García” para realizar una encuesta telefónica.
Esta segunda vez era diferente, estaban a punto de abrirme las puertas de ese edificio color salmón para empezar a hacer mis primeros “pininos”, como lo describiría mi primera jefa, Andrea Ornelas, cuando me respondió el correo electrónico que le envíe a Paty Mercado, jefa editorial de El Economista.
Era el 16 de septiembre de 2002 un día festivo, por cierto lluvioso, cuando llegue a la oficina de Andrea y sin más me dijo que el puesto de practicante era mío. En ese momento conocí a Vanessa Beltrán, Tere Izquierdo y Verónica Reynold, quien por cierto era su primer día en el periódico cubriendo banca.
Días después supe que Felipe Morales, un reportero excepcional de Hacienda y Congreso, había comenzado ese mismo día su aventura en el periodismo como becario.
Y cada 16 de septiembre, Vero, Felipe y yo festejábamos nuestro Aniversario.
Los primeros meses fueron muy difíciles, pues aunque no me pagaban yo necesitaba que creyeran en mi trabajo y Andrea creyó en mí.
Cuando en abril de 2003 Andrea se marcha del periódico yo pensé que todo había terminado, pero años después supe que ahí fue donde todo comenzó.
Mi segundo jefe también creyó en mí. José Manuel Herrera era exigente y con él logre tener una fuente que cubrir, la Bolsa Mexicana de Valores y seis indicadores del INEGI.
El equipo de trabajo era lo que más me gustaba cuando iba a El Economista. Jessika Becerra, Verónica Reynold, Andrey Valencia, Felipe Morales, Gloria Aragón, Jorge Juárez, Fernando Franco.
Desde hace dos años seis meses ya no estoy en El Economista. Ahora los horizontes son otros. El jefe de información económica de El Financiero, Víctor Piz, cambió mi rumbo.
Mi jefe Genaro Mejía se despide de El Financiero la próxima semana, creyó en mi capacidad y me dio mucha libertad.
Hoy, hay gente que cree en mí todavía. No sé cuanta, pero cada vez que veo hacia atrás doy gracias porque alguien lo hizo.
Ahora sé donde está la Colonia Del Valle y la Colonia Anáhuac. A seguir aprendiendo.

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