La inquilina
De repente llega, es una inquilina incómoda que sólo humedece el rostro. ¿Por qué una frase tan hiriente que entra por el oído, recorre los sentidos, cosquillea la nariz y duele en el corazón tiene que salir en lágrimas?
-¡Me estás cansando! ¡Me estás hartando!
-¡Cómo duele!
-¡Me estás cansando! ¡Me estás hartando!
-¡Cómo duele!
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