La tensión en Bolsas se salió de las pizarras electrónicas
Clara Zepeda
El entorno de incertidumbre y bajo desempeño económico en México le ha pegado al mercado accionario nacional durante este año. No obstante, dicha tensión en Bolsas fue más allá de las pizarras electrónicas.
La semana pasada (25 de julio), la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) celebró su primer año de operaciones en México, como era de esperarse la prensa sacó balances de sus primeros 12 meses, en donde en la mayoría no salió muy bien librada.
Las tensiones no se hicieron esperar cuando Adriana Urrea, reportera de la agencia de noticias Notimex, publicó una entrevista con José-Oriol Bosch, director general de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
En ella, Oriol Bosch argumentó que BIVA sólo había venido a distorsionar al mercado bursátil, pues los participantes hicieron una importante inversión para que la segunda Bolsa tuviera vida, y no ha incrementado el número de empresas en el mercado, toda vez que acusó de que el suelo no ha estado parejo desde que entró al mercado dicha competencia.
Por supuesto que la respuesta de María Ariza, directora general de BIVA, no se hizo esperar. La expresidenta de la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap), no daba crédito a lo que José-Oriol había declarado en entrevista.
La Torre Esmeralda II, donde están las oficinas de BIVA, estaba ardiendo por dicha entrevista: BIVA era una inversión negativa; por lo que María defendió la existencia de la nueva Bolsa.
BIVA concluyó con un monopolio bursátil (ahora es oligopolio), han bajado tarifas, hay otras opciones y, sobre todo, se abrió la competencia. Y mantienen su meta de 50 empresas entre las dos entidades bursátiles.
Pero la Bolsa Mexicana de Valores aclaró que tienen derecho a exigir resultados a la Bolsa Institucional de Valores, dado que participaron con inversión para que su entrada en operación pudiera concretarse, toda vez que BMV cotiza en su propio mercado y ella tiene que dar cuentas a sus inversionistas.
Asimismo, Bosch dijo que los costos fijos, tanto de la BMV como de las 35 casas de bolsa que operan en el país, han aumentado y se ha fragmentado el mercado.
México padece de cultura
Más allá de que la retroalimentación entre ambas entidades bursátiles estuvo candente, las dos Bolsas no han hecho crecer el mercado en estos últimos 12 meses. Es más, hay una sequía de empresas nuevas en el mercado accionario de 20 meses.
La coyuntura ha dado la razón más inmediata. Las valuaciones no son atractivas, la elevada volatilidad, las inversiones están detenidas, la economía registra una importante desaceleración, con riesgo a que sea una recesión.
De entrada, todo eso es cierto, pero los años de bonanza, qué pasa, por qué no hay más empresas en Bolsa. Se supone que mientras más grande es un mercado bursátil, más fuerte y vigorosa es una economía.
Simplemente México carece de una cultura empresarial; carece de una cultura de hacer las cosas por la vía legal y carece de cultura financiera.
La verdad es que podrán sacar incentivos fiscales, bajar costos, poner más competencia; pero si no hay incentivos para que las empresas quieran ampliar su cultura empresarial, que no evadan sus obligaciones fiscales, sociales; que hagan las cosas con legalidad y sepan de las ventajas de las distintas maneras que existen de financiarse, de nada va a servir tener dos Bolsas.
Todos quieren evadir responsabilidades, es mejor la informalidad, no dar información, no enterarme de las opciones que hay para hacer crecer el negocio.
Viene una generación interesante, las Fintech y las startup, entre otras, pero México está plagada de pequeñas y medianas empresas (pymes), en su gran mayoría, prefiere no estar en el mercado.
El ADN de ser bursátiles no lo tienen y, tampoco las autoridades, el gobierno o los participantes del mercado lo han cambiado (no han podido).
Es un cáncer empresarial que sólo con políticas públicas coordinadas (entre otras cosas, pero éste sería una buena base) se puede llegar a hacer algo para que crezca el mercado bursátil nacional.


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